jueves, 28 de mayo de 2009

Poseidón... Inspirado en Kafka ....

A Poseidón le disgustaba no ser el Dios de la guerra o del amor, en donde necesariamente tendría que haber sido vigilante de los hombres, le ensordecía la idea de mantenerse bajo las aguas tranquilas haciendo cuentas. Su trabajo no era más que el mismo recorrido, se sentía cotidiano, intranquilo, faltaba algo que lo empujara a mover su tridente, por eso decidió crear caos en los mares.
Los primeros días, Poseidón se despertaba temprano para que los viajeros marítimos sintieran que este trabajaba de sol a sol. Estiraba su brazo de pie frente al mar, y su tridente agitaba las olas sin dirección aparente, jamás se cansaba pero seguía sintiéndose profundamente aburrido, pues su trabajo le era más allá de atractivo un tanto desolador. Se sumergía a las profundidades del mar y reposaba su cuerpo contra las rocas. Pensaba que era grande, porque era quien vigilaba y cuidaba del gran mar, pero no había quien lo acongojara en su lucha por ser el Dios de los mares, se iba sólo y sin aprietos a su trabajo cada mañana.
Había olvidado la vida del Olimpo y pronto fue buscado, pero decidió retirarse a la soledad del mar para encontrarse a sí mismo en medio de sus rutinarias cuentas. Una mañana no le quedó mas remedio que salir a tomar el sol, y echado en las rocas divisó a lo lejos unas velas moverse agitadamente por el viento. No le quedó más que curiosidad y se metió en el agua para alcanzar las velas que veía a unas cuantas millas, a Poseidón le encantaba ver viajeros marítimos, pero le generaba angustia repararlos en aguas tranquilas pues creía que estos pensarían que el Dios de los mares no trabajaba. Sin embargo algún propósito tuvo al acercarse a las velas lejanas a su vista, sin saber cual era, encontró reposando en un piso de madera una hermosa mujer con el pelo negro y los ojos azules, una mujer encantada por el sol y la tranquilidad de las aguas. De repente el cuerpo de Poseidón se estremeció, pues entendió que la belleza de esta mujer se hacía aún más evidente con la tranquilidad que las aguas le generaban. Sin más, Poseidón comprendió que su trabajo consistía en hacer que cada viajero sintiera en su rostro la tranquilidad de sus aguas y prefirió dedicarse al ocio pues entendió que del agite de las aguas solo quedará cansancio.