martes, 24 de marzo de 2009

"la petite mort"

Abrí la puerta que lo desplaza a uno del frío de la noche al calor del sexo del bar, entré sigilosamente haciendo de rodillas mis talones, me balanceé sobre el sostén de la escalera y volé con polvorientas ráfagas que emanaban de sus ojos. Así fue como nos encontramos, sin más que los recuerdos que ataban nuestros pasos. La verdad, no era el mejor momento para el encuentro, aún no me sentía preparada para tal reunión, pero sabía que haber entrado en esa puerta me llevaría a sus ojos, y que sin evitarlo aquel personaje habría de huir, como lo hizo.
durantye horas todos sus amigos se paseaban con ese fastidioso olor, sus amigos, a quienes odiè desde el mismo momento en que escuchè sus nombres, ya la duda no hacía nada, habían pasado meses con ella en la garganta.
Todo cambió cuando apareció entre la muchedumbre caliente de ese asqueroso tugurio y me dijo con esa alborotadora voz de niñito -¿podemos hablar? Asentí con la cabeza pues la voz no me salió en el momento, me quedé extasiada en sus ojos de ese color indescifrable que se habían enterrado tantas noches en mi memoria sin dejarme otro escape que el sueño. Vi en ellos la inocencia de quien ha amado con dolor, y la codicia de quien añora volver a aquellos tiempos, vi en sus pupilas las drogas que se había metido y el insoportable dolor que le causaba besar a quien no amaba.
Allá en ese rinconcito, no hubo más que música y luces alternando la algarabía, no recuerdo mucho el aspecto de su cuerpo, ni su rostro en general, aquella era una noche cargada de pasado que me llevaba a la profanación profunda de mi alma. Una más de esas que soñé, esta vez acompañadas del recuerdo que se había alejado tantas otras veces del amor.
Resucité como quien ha tenido que vomitarse en su pasado, y arremetí sobre las risas mientras me hablaba, con sensatez cada palabra que decía era obnubilada por el ruidito del lugar. Me reí con tanta fuerza que solo recuerdo haber visto su pelo cambiar de dirección, ahí terminó todo, entre mis risas y mi llanto, entre palabras y silencio, entre el eco de su desesperante voz y la calma de mi alma. Allí se separaron nuestros mundos para siempre, cuando comprendí que entrar al calor de ese lugar me llevaba a la lastima que le tenía a su alma, hoy solo tengo esporádicos recuerdos en el tiempo, inmaculados en sus ojos que se cerraron la noche que dejé de sentir amor.

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