martes, 13 de julio de 2010

Infierno mental

Era como si estuvieran sacrificando a un cerdo, un ruido aparatoso, incesante, creí que se trataba de nuevo de eso, sí, de la esquizofrenia, luego pensé que era algún rito satánico, mi cabeza daba vueltas, el animal deliraba y poco a poco el ruido se esfumaba con la brizna nocturna… Las ventanas acá golpean con el viento, hace mucho calor y empiezo a derretirme en las paredes, a esparcirme en el suelo y confundirme con el tapete rosado de princesa, estoy recordando el cuento de Darío, mientras andába el carro empezó a narrar una osadía;las fincas, las toneladas de cocaína en pasta y la manera de fabricarlas, eso había ocurrido hacía cuatro años, aunque era de Villavicencio, su vida había dado tantas vueltas como para haber llegado a San José del Guaviare, nombró varios lugares, pero recuerdo las Delicias, allí quedaba la finca que él cuidaba… lo sorprendente es cuando me dice, señorita, la cocaína que hacíamos tenía gasolina, permanganato, diablo rojo, cal, cemento, entre otros…. Diablo rojo?... acaso eso no destapa cañerías?... cuantas noches se la pasan oliendo indiscriminadamente veneno?... ¬Le pregunté: Darío y usted ahorraba? Me dijo, los fletes llegaban caros, y por ejemplo allá, una cerveza vale cinco veces lo que cuesta acá, así quién ahorra? pensé que se trataba de otro mundo, de otras historias, de cuentos de traquetos y putas producidas, de silencio, secretos y balazos. Pero esta era simplemente la historia de un hombre que se dedicaba a cuidar las vacas y podar las matas, Darío era terco, se veía en su rostro el desgaste de largas horas al sol, de tropiezos, una vida dura, compleja, muy diferente a la mía….. Mi cabeza seguía dando vueltas, la duda no me dejó seguir y le dije, qué le parece si un día nos tomamos una cerveza de las de acá y me cuenta mas historias de esas? … asintió y pensé, cuantos cuentos he querido crear y este hombre que he ignorado mientras voy a jartar aguardiente a la piscina de la finca de mi mejor amigo, es todo un libro por narrar…
Cuando lo hago demasiado, siento la bolsa en la cabeza, la siento pesada, como si el cafuche me mandara a la quietud, como sí las noches fueran más apetitosas.La bomba de la cabeza se esparce de nuevo y solo me produce nauseas, por qué lo sigo haciendo? No sé, tal vez si es adicción, tal vez el juego lo ganó ella, tal vez no estoy compitiendo y es un autoengaño, o mejor, quizá abusé de su mágica poción, como abusé de mis sentidos, de mi olfato, de mi niñez, abusé del amor que sentía por mí, de mi capacidad de sorprender, y por eso perdí, quizá no saber parar es mi gran pecado, mi debilidad, no poder frenar es el problema…..como decía Filipin, las adicciones son mi debilidad, soy adicta un poco a sufrir, a engañar, a sobrepasar la realidad, no solo en el lenguaje, mi propia vida se me ha vuelto una mentira, como cuando me digo a mi misma que todo está mal, y realmente nada ha cambiado, o cuando me insisto que ya olvidé la historia, tal vez, me quedan las dudas en el aire siempre que empiezo a descifrarme, acá en este ocaso, me enfrento a mi yo, a lo que no quiero de mí, a lo que me oculto y no me importa, lo hago consciente de mis propios miedos, de mi alma, de la pureza y las consumidas horas de insomnio… así me hago más yo, más real, mas imperfecta, así me puedo presentar con más claridad…

1 comentario:

Anónimo dijo...

la quiero real, la quiero imperfecta.. la quiero