domingo, 27 de mayo de 2007

Mi destierro


“las dos de las mañana acompañadas de un cigarrillo inspiran a los seres más vacíos y tristes...”

Fumé un cigarrillo mientras escuché los sugestivos gritos de una mujer aparentemente hermosa y digo aparente porque su voz me hacía sentir en el cielo, se sentía un leve y ensordecedor grito quizá de un suicida que decidió acercarse a la soporífera caja de hierro en la que hace varias noches decidí introducirme.

En el espacio en que estaba sentí un calambre en mis piernas que cosquilleaba constantemente, desde entonces y para siempre las echo de menos. Llegan a mi mente infinidad de recuerdos; como aquella silla de madera que la abuela dejaba en el balcón de la gran casona, en ella algunos días estuve llorando, la carcel en la que varios años estuve se aparece en mi cajita de recuerdos, ya nada importa –pensé- ¡si estoy solo que importan los recuerdos! - Lo único que siempre esperé fue una vida reposada, una vejez mesurada, nietos rodeándome, pero las ventanas de mi casa hoy como siempre debían estar meneadas por el inconsolable viento de mi pueblo.

La silenciosa pero nauseabunda caja en la que me metí, me llevó al encierro en el que decidí por fin desahogarme, me dasahogue con él, mi unico complice, el de todas las maldades, mi consciencia. el aire denso, el frío seco por el humo enloquecedor y vicioso del espacio en el que me encuentraba, era quizá el principal enemigo al que debía acudir pidiendo una explicación ¿por qué estoy solo?.. Y un llanto escandaloso me llevó a otro lugar. ahora empieza mi vida a tener sentido -pensé-.

Hay un estrecho agujero y por el salía el humo del cigarrillo, el pequeño hueco por el que intentaba mirar me encandiló los ojos y la claridad del día entró mostrando su mayor esplendor.

Entrada la noche intenté de nuevo observar y solo pude sentir el abrumador frió que entraba en aquella caja. Quizá la tierra conquistó la humedad de la noche de nuevo pensé y quise gritarlo pero mi voz se agudizó, ya no podía escucharme. Esa noche un insignificante escozor atoró mi garganta, me dio tos....

No sé cuanto tiempo después presté atención a la voz de un pequeño que intentaba deletrear algo que con inmensa curiosidad escuché, RA-MI-RO- GON-ZA-LEZ-...DES-CAN-SA- EN- PAZ-. Sentí un gran alivio, por fin lograría lo que tantos quisimos descifrar, pero ahora que estoy muerto no veo ni el cielo, ni el infierno, solo siento la impenetrable y fastidiosa caja en la que mis pobretones familiares me enterraron.... ¿Qué sigue?

No hay comentarios: